El «quiet quitting» —o «renuncia silenciosa»— describe una actitud en la que los empleados dejan de implicarse más allá de sus funciones estrictamente asignadas. No se trata de dimitir, sino de reducir el compromiso emocional con el trabajo al mínimo exigido.
Ha dejado de ser una simple tendencia viral para convertirse en una llamada de atención seria para las organizaciones. Definirlo como «cumplir y nada más» puede parecer inofensivo, pero esconde una desconexión emocional que afecta directamente al compromiso, la productividad y la cultura corporativa.
En Grupo Plana lo interpretamos como una señal: algo no está funcionando.
¿Por qué se produce esta desvinculación silenciosa?
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Exceso de exigencia y falta de equilibrio: Cuando el esfuerzo constante no encuentra descanso ni reconocimiento, la respuesta natural es la protección.
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Reconocimiento escaso y pocas oportunidades: Si el desarrollo profesional se percibe como una promesa vacía, el entusiasmo se enfría.
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Ambientes tóxicos o liderazgo ausente: La cultura laboral se construye cada día; si no se cuida, se resiente.
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Falta de propósito compartido: Sin una visión clara que inspire, es fácil perder el rumbo.
No se trata de pedir más compromiso, sino de generarlo. Escuchar, conectar, valorar, liderar con coherencia. Esa es la base de una relación profesional sana.
En Grupo Plana trabajamos para construir espacios donde el «estar» también signifique pertenecer.
Y tú, ¿cómo interpretas el «quiet quitting»? ¿Cómo lo abordas desde tu organización?